viernes, 12 de junio de 2015

Confesiones de un profe

Andanzas por el aula: Confesiones  de un profe

A modo de disculpas 
            En vez de comenzar con la típica “Itroducción” o “Prólogo”, lo digo a calzón quitado .No esperen encontrar en este libro teorías elaboradas sobre la enseñanza o referencias a los grandes popes de la educación, aquí encontraran las vivencias, ideas y experiencias de un profe de secundario desde las entrañas. Deudor y de alguna forma discípulo de  Ricardo Cabrera quien en “Por las barbas de Juno” expone, quizás por primera vez, las vivencias de un profe secundario. Estas son experiencias reales, omitiendo por supuesto nombres y lugares, por lo demás todo es verídico de punta a punta. Por último, es absolutamente autorreferencial, no existen elementos objetivos, es total y absolutamente subjetivo.
El vientre de la bestia
            Todo sucede en el aula. En este ámbito un adulto y decenas de adolescentes que están allí por pura obligación, no desean, no quieren, madrugar, escuchar a un adulto, sentarse en un duro banco 5 horas al día. Somos la barrera entre ellos y la diversión. Los padres tratan de mediar para hacerles creer que sin esta etapa “no serán alguien en la vida”, gracias a ellos podemos sostenerlos y tratar de mantener su atención algunos minutos. El docente tampoco goza de todas las comodidades: Se le reseca la garganta, no tiene agua a disposición, le queda todavía una hora y media de clase y el tiempo parece no pasar, otras necesidades también llaman a su naturaleza y el debe soportar todo: ausentarse del aula es como desertar en la milicia... In extremis, puede enviar un alumno, pero sólo in extremis. Así discurre la lección, habla, escribe en el pizarrón, trata de llamar la atención con propuestas novedosas. El auditorio sólo responde abúlicamente y a veces se logra, unos segundos, sorprenderlos, después el mismo clima de siempre. Los “expertos” nos dan ideas, sugerencias, que sólo funcionan en su laboratorio y por no más de 20 minutos al año. Recuerdo un experto que me sugirió, con absoluta confianza en sí mismo, utilizar la Torre Eiffel como modelo para enseñar física...

            Hay muy pocos análisis  del vientre de la bestia: algunos recuerdos de alumnos (Juvenilia, de Miguel Cané), algunas crónicas noveladas de docentes (por las Barbas de Juno, de Ricardo Cabrera), notas fragmentadas y no mucho más. Ríos de tinta derramados alrededor de las instituciones educativas, de la sociedad, del alumno, del docente, de los contenidos, de los instrumentos, pero pocas, muy pocas letras se dedicaron al ámbito central de la enseñanza, donde se teje la urdimbre del complejo tejido del proceso de enseñar y aprender: el aula como lugar en que se  da esa peculiar e irrepetible relación entre profesores y alumnos. En algún punto la situación es similar a la que se da en el teatro entre actores y espectadores, si bien la obra es la misma, cada función es única, ya que depende de las corrientes anímicas que fluyen en el ambiente.

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